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time to ride
El Duomo es una de las catedrales más bonitas del mundo y uno de los lugares imprescindibles que visitar en esta ciudad. Este edificio gótico se empezó a construir a finales del siglo XIV y tardó cinco siglos en ser terminado. Destaca por su fachada de mármol blanco rosado y por su terraza con espinas ornamentadas con nichos, esculturas, relieves y coronadas por una estatua. En su interior se encuentra la Estatua de Bartolomé el Apóstol, un enorme órgano y un altar de mármol de estilo renacentista, que guarda en la parte de atrás un clavo de la Cruz de Cristo. El lugar favorito de los turistas es su increíble terraza, desde la que pueden disfrutar de unas increíbles vistas panorámicas del centro histórico. Una buena opción para evitar las colas en el monumento es reservar con entrada rápida con acceso a la terraza.
Situada a unos 10 minutos conduciendo con la moto desde la Plaza del Duomo, tiene en su interior una de las obras maestras de la historia del arte y es otra de las maravillas que ver en Milán. En la pared del comedor de este antiguo convento de los dominicos, Leonardo da Vinci pintó el fresco de “La Última Cena”. En el cuadro, destaca la figura que se encuentra a la derecha de Cristo, con rasgos muy femeninos, que podría tratarse de María Magdalena y de la que algunas teorías dicen que era la esposa de Jesús, que además fue uno de los hilos argumentales que utilizó Dan Brown en su famosa novela “El código Da Vinci”. Una de las mejores opciones para conseguir plaza es reservar una visita guiada con antelación.
Tiene su origen en una fortaleza construida durante el siglo XIV, fue ocupado de forma sucesiva por franceses, españoles y austriacos. Fue destruido por Napoleón en 1801 y reconstruido un siglo después para devolverlo al aspecto que tenía en la época de esplendor de la familia Sforza. En su interior se encuentran una pinacoteca, dos bibliotecas y más de diez museos. El castillo abre todos los días de las 7:00h a las 19:30h y su entrada es gratuita.
Dedicada a uno de los reyes más importantes de la historia de Italia, conocida como el “Salón de Milán” fue construida en el siglo XIX en forma de cruz y sobresale por su gran cúpula acristalada que une la Plaza del Duomo con la Plaza de La Scala, dos de las plazas más importantes de la ciudad. Dentro se encuentran tiendas de lujosas firmas, cafeterías históricas como el Café Biffi y restaurantes. También hay varios mosaicos repartidos entre el suelo y los laterales entre los que destacan la loba de Roma y el toro de Torino, en el que hay un pequeño agujero en el dibujo, del que se dice que si pones el pie dentro y das tres giros, te traerá buena suerte.
Es el barrio de los canales, el más alternativo y el que se llena de buen ambiente todas las noches. Es famoso por sus dos grandes canales: Naviglio Grande y Naviglio Pavese, los dos únicos que se conservan del momento en el que Milán se hizo accesible desde el mar. Hace un siglo dejaron de ser útiles como medio de transporte y en la actualidad se han reconvertido en un bonito paseo repleto de barcos-restaurantes, terrazas y una agitada vida nocturna. Una buena forma de observar este barrio desde otra perspectiva es reservar un crucero.
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