Las ciudades apuestan por la movilidad sostenible
por Alterego2 | 07/04/2021 | 0 comentarios

El último fin de semana de Noviembre de 2015, se han celebrado por todo el mundo las llamadas “marchas por el clima”, que bajo el lema “cambiemos el sistema y no el clima”, pretendían ser unas jornadas de concienciación sobre la necesidad de hacer frente al cambio climático y para protestar por la inacción y falta de iniciativa de los gobiernos para afrontar la crisis climática. Estas marchas coincidieron en su inicio con la celebración en París de la cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático (COP21). Las siglas COP21 responden a la vigésima primera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) acordada en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992.

Sin duda, estas marchas de protesta han propiciado, en parte, que en esta reunión de París se haya logrado un acuerdo histórico contra el cambio climático, aunque aún debe ser ratificado por 55 países que representen al menos el 55% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. El punto de partida más importante es el objetivo y compromiso de que el aumento de la temperatura global del planeta se mantenga por debajo de 2 grados centígrados. Este es el primer acuerdo que compromete tanto a naciones desarrolladas como a países en vías de desarrollo para gestionar la transición hacia una economía baja en carbono.

 

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El compromiso de las ciudades.

Uno de los pilares más firmes para esta transformación ya se está desarrollando en muchas ciudades, donde algunos ayuntamientos están poniendo en marcha iniciativas para reducir la contaminación del aire. Se trata de trabajar en acciones e ideas coordinadas que permitan una movilidad sostenible: convocando seminarios, concursos de ideas o distintos estudios para encontrar las medidas óptimas que permitan concienciar a los ciudadanos y las empresas en esta tarea y, sobre todo, que permitan diseñar políticas que favorezcan una movilidad más sostenible.

Una de las ideas básicas consiste en promover el llamado transporte sostenible: caminar, utilizar la bicicleta para ir al trabajo o a la universidad, alquilar o comprar coches y motos eléctricas, etc. Elegir estas formas diferentes de movernos por la ciudad no sólo tendrá consecuencias beneficiosas para el medio ambiente, también nos ayudará a tener una vida menos sedentaria y, así, mucho más saludable. 

La contaminación ambiental es algo que ya se está convirtiendo en un auténtico problema en las grandes ciudades. Un transporte sostenible favorece la calidad del aire y reduciría muchos problemas de salud para la población derivados de un aire demasiado contaminado. Estos problemas son diversos y en ocasiones graves: problemas respiratorios, de calidad de las aguas, propensión al cáncer…  problemas que podrían aliviarse sensiblemente implantando medidas de promoción del transporte eficiente y no contaminante. 

 

¿Qué medidas están sobre la mesa?

Una gran parte de ayuntamientos españoles están poniendo en práctica importantes medidas de lucha contra la polución y la contaminación ambiental y acústica en los núcleos urbanos: límites de velocidad en las vías de acceso, prohibición de circulación de vehículos a motor en los cascos históricos, eliminación de plazas de aparcamiento en el centro urbano, etc.

Además de estas medidas, también se están llevando a cabo distintos proyectos de investigación que buscan demostrar con datos cuantitativos en qué medida afecta el transporte convencional y la contaminación ambiental a la salud de las personas que residen en núcleos urbanos. Uno de esos experimentos lo ha puesto en marcha el CREAL, el Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental creado en Cataluña en el año 2005. En su estudio sobre contaminación, sedentarismo y salud, los investigadores de este Instituto analizan cómo afecta a la salud de las personas tener que desplazarse por la ciudad utilizando transportes convencionales altamente contaminantes y en qué medida mejoraría su calidad de vida si optaran por otros vehículos más saludables como, por ejemplo, la  bicicleta.

En el estudio participan 40 voluntarios que se moverán por la ciudad en dos grupos: uno se desplazará en moto convencional y el segundo grupo utilizará la bicicleta. Los voluntarios llevarán unos sensores que analizarán los niveles de contaminación a los que estarán expuestos cada día y, también, datos sobre su estado de salud general durante las semanas en que dure la experiencia ecológica alternativa. Al finalizar el estudio, los investigadores de CREA pretenden obtener datos incuestionables sobre la repercusión que tiene en nuestra salud tanto la vida sedentaria que llevamos casi todos, como el uso del transporte tradicional, unos resultados que se podrán extrapolar a otras grandes ciudades de todo el mundo.

 

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